La pandemia de COVID-19 ha aumentado la importancia del bienestar para todos nosotros, y los espacios interiores desempeñan un papel importante en este sentido. Destacamos algunos de los factores clave que causan la insalubridad en los edificios y lo que se puede hacer para cambiarla.
¿Cerrar la puerta a la contaminación? No lo creas...
Podemos pensar que cerrando las puertas y ventanas dejamos fuera de nuestra casa todos los efectos nocivos de la contaminación, pero la realidad es muy distinta. La calidad del aire interior puede ser a menudo peor que la del exterior (EPA, 2021), lo cual es especialmente preocupante ya que, según Klepeis et al. (2001), pasamos más del 90% de nuestro tiempo en el interior. Es esencial para nuestra salud y bienestar que nos centremos en una buena calidad del aire interior.
Conoce a tu enemigo, conócete a ti mismo
Como escribió Sun Tzu en el libro "El arte de la guerra", "si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, ganarás cien batallas sin perder". Hay que conocer las causas profundas para resolver el problema.
Hay tres culpables principales. En primer lugar, las emisiones procedentes de combustibles para la cocina y la calefacción pueden ser una causa muy fuerte de contaminación interior capaz de provocar efectos adversos importantes. En segundo lugar, una mala depuración del aire puede favorecer la proliferación de hongos y bacterias, lo que puede provocar una mala calidad del aire interior. Por último, los compuestos orgánicos volátiles (COV) que se emiten en forma de gases desde la superficie de los materiales de construcción, las pinturas, los barnices, los productos de limpieza y los muebles tienen una serie de efectos perjudiciales para la salud.
¿Aún no estás convencido?
Los efectos sobre la salud de una mala calidad del aire interior pueden variar desde bajos niveles de concentración y fatiga hasta la muerte prematura. Puede repercutir en nuestro funcionamiento cognitivo y provocar una reducción de la productividad. El impacto de los COV puede provocar irritación del aire y de la garganta, náuseas y dolores de cabeza (OMS, s.f.).
Los estudios han demostrado que las puntuaciones cognitivas pueden ser un 101% más altas en los edificios que han invertido en una buena calidad del aire interior y en una mejor ventilación (Allen J., et al., 2016). La inversión no solo dará lugar a personas más sanas y felices, sino que puede tener un impacto económico directo. Los empleados altamente comprometidos pueden mejorar el rendimiento de la empresa hasta en un 30% y 3 de cada 4 propietarios de edificios afirman que los edificios saludables pueden ser alquilados más fácilmente.